Capìtulo 4: NUEVOS CAMINOS DE CONVERSIÓN ECOLÓGICA
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“Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10.10)
65. (Placet:166 – Non Placet: 1) Nuestro planeta es un regalo de Dios, pero sabemos también que vivimos la urgencia de actuar frente a una crisis socioambiental sin precedentes. Necesitamos una conversión ecológica para responder adecuadamente. Por ello como Iglesia Amazónica, frente a la agresión cada vez mayor a nuestro bioma amenazado por su desaparición con consecuencias tremendas para nuestro planeta, nos ponemos en camino inspirados por la propuesta de la ecología integral. Reconocemos las heridas causadas por el ser humano en nuestro territorio, queremos aprender de nuestros hermanos y hermanas de los pueblos originarios, en un diálogo de saberes, el desafío de dar nuevas respuestas buscando modelos de desarrollo justo y solidario. Queremos cuidar nuestra “casa común” en la Amazonía y proponemos nuevos caminos para ello.
Hacia una ecología integral desde la encíclica Laudato si’
a. Amenazas contra el bioma amazónico y sus pueblos
66. (Placet:170 – Non Placet: 1) Dios nos ha dado la tierra como don y como tarea, para cuidarla y para responder por ella; nosotros no somos sus dueños. La ecología integral tiene su fundamento en el hecho de que “todo está íntimamente relacionado” (LS 16). Por ello ecología y justicia social están intrínsecamente unidos (cf. LS 137). Con la ecología integral emerge un nuevo paradigma de justicia, ya que “un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS 49). La ecología integral, así, conecta el ejercicio del cuidado de la naturaleza con aquél de la justicia por los más empobrecidos y desfavorecidos de la tierra, que son la opción preferida de Dios en la historia revelada.
67. (Placet:167 – Non Placet: 2) Es urgente enfrentarnos a la explotación ilimitada de la “casa común” y de sus habitantes. Una de las causas principales de la destrucción en la Amazonía es el extractivismo predatorio que responde a la lógica de la avaricia, propia del paradigma tecnocrático dominante (LS 101). Ante la situación apremiante del planeta y de la Amazonía, la ecología integral no es un camino más que la Iglesia puede elegir de cara al futuro en este territorio, es el único camino posible, pues no hay otra senda viable para salvar la región. La depredación del territorio viene acompañada del derramamiento de sangre inocente y de la criminalización de los defensores de la Amazonía.
68. (Placet:161 – Non Placet: 6) La Iglesia es parte de una solidaridad internacional que debe favorecer y reconocer el rol central del bioma amazónico para el equilibrio del clima del planeta; anima a la comunidad internacional a disponer nuevos recursos económicos para su protección y la promoción de un modelo de desarrollo justo y solidario, con el protagonismo y la participación directa de las comunidades locales y de los pueblos originarios en todas las fases desde el planteamiento hasta la implementación, fortaleciendo también las herramientas ya desarrolladas por la convención marco sobre el cambio climático.
69. (Placet:161 – Non Placet: 7) Resulta escandaloso que se criminalice a los líderes e incluso a las comunidades, por el sólo hecho de reclamar sus mismos derechos. En todos los países amazónicos hay leyes que reconocen los derechos humanos, en especial los de los pueblos indígenas. En los últimos años, la región (amazónica) ha vivido complejas transformaciones, donde los derechos humanos de las comunidades han sido impactados por normas, políticas públicas y prácticas enfocadas principalmente en la ampliación de las fronteras extractivas de recursos naturales y en el desarrollo de megaproyectos de infraestructura, los cuales ejercen presiones sobre los territorios ancestrales indígenas. Esto va acompañado, según el mismo informe, de una grave situación de impunidad en la región con relación a violaciones de derechos humanos y de barreras para obtener justicia (Informe CIDH /OEA, Pueblos Indígenas y tribales de la Panamazonía. 5 y 188. Sept. 2019).
70. (Placet:161 – Non Placet: 6) Para los cristianos, el interés y preocupación por la promoción y respeto de los derechos humanos, tanto individuales como colectivos, no es opcional. El ser humano es creado a imagen y semejanza del Dios Creador, y su dignidad es inviolable. Por eso la defensa y promoción de los derechos humanos no es meramente un deber político o una tarea social, sino también y sobre todo una exigencia de fe. Tal vez no podamos modificar inmediatamente el modelo de un desarrollo destructivo y extractivista imperante, pero, sí tenemos la necesidad de saber y dejar en claro ¿dónde nos ubicamos?, ¿al lado de quién estamos?, ¿qué perspectiva asumimos?, ¿cómo trasmitimos la dimensión política y ética de nuestra palabra de fe y vida? Por esta razón: a) denunciamos la violación de los derechos humanos y la destrucción extractiva; b) asumimos y apoyamos las campañas de desinversión de compañías extractivas relacionadas al daño socio-ecológico de la Amazonía, comenzando por las propias instituciones eclesiales y también en alianza con otras iglesias; c) llamamos a una transición energetica radical y a la búsqueda de alternativas: «La civilización requiere energía, ¡pero el uso de la energía no debe destruir la civilización!» (Papa Francisco, Discurso a los participantes en la conferencia “Transición energética y cuidado de la casa comun”, 9 junio 2018). Proponemos desarrollar programas de capacitación, sobre el cuidado de la “casa común”, que deben ser diseñados para agentes pastorales y demás fieles, abiertos a toda la comunidad, en “un esfuerzo de concientización de la población” (LS 214).
b. El desafío de nuevos modelos de desarrollo justo, solidario y sostenible
71. (Placet:166 – Non Placet: 4) Constatamos que la intervención del ser humano ha perdido su carácter “amigable”, para asumir una actitud voraz y predatoria que tiende a exprimir la realidad hasta la extenuación de todos los recursos naturales disponibles. “El paradigma tecnocrático tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política” (LS 109). Para contrarrestar esto, que daña gravemente la vida, es preciso buscar modelos económicos alternativos, más sostenibles, amigables con la naturaleza, con un sólido “sustento espiritual. Por eso, junto con los pueblos amazónicos, solicitamos que los Estados dejen de considerar a la Amazonía como una despensa inagotable (cf. Fr PM). Quisiéramos que desarrollen políticas de inversión que tengan como condición para toda intervención, el cumplimiento de elevados estándares sociales y medio ambientales y el principio fundamental de la preservación de la Amazonía. Para ello, es necesario que cuenten con la participación de los Pueblos Indígenas organizados, de otras comunidades amazónicas y de las diferentes instituciones científicas que ya vienen proponiendo modelos de aprovechamiento del bosque en pie. El nuevo paradigma del desarrollo sostenible debe ser socialmente inclusivo, combinando conocimientos científicos y tradicionales para empoderar a las comunidades tradicionales e indígenas, en su mayoría mujeres, y hacer que esas tecnologías sirvan al bienestar y la protección de los bosques.
72. (Placet:165 – Non Placet: 3) Se trata entonces de discutir el valor real que cualquier actividad económica o extractiva posee, es decir, el valor que aporta y devuelve a la tierra y a la sociedad considerando la riqueza que extrae de ellas y sus consecuencias socio-ecológicas. Muchas actividades extractivas, como la minería a gran escala, particularmente la ilegal, disminuyen sustancialmente el valor de la vida amazónica. En efecto, arrancan la vida de los pueblos y los bienes comunes de la tierra, concentrando poder económico y político en manos de pocos. Peor aún, muchos de estos proyectos destructivos se realizan en nombre del progreso, y son apoyados – o permitidos – por los gobiernos locales, nacionales y extranjeros.
73. (Placet:164 – Non Placet: 4) Junto a los pueblos amazónicos (cf. LS 183) y a su horizonte del ‘buen vivir’, llamarnos a una conversión ecológica individual y comunitaria que salvaguarde una ecología integral y un modelo de desarrollo en donde los criterios comerciales no estén por encima de los medioambientales y de los derechos humanos. Deseamos sostener una cultura de paz y respeto – no de violencia y atropello – y una economía centrada en la persona que además cuide de la naturaleza. Por lo tanto, proponemos generar alternativas de desarrollo ecológico integral desde las cosmovisiones que sean construidas con las comunidades, rescatando la sabiduría ancestral. Apoyamos proyectos que proponen una economía solidaria y sostenible, circular y ecológica, tanto a nivel local e internacional, a nivel de investigación y en el campo de acción, en los sectores formales e informales. En esta línea, convendría sostener y promover experiencias de cooperativas de bio-producción, de reservas forestales y de consumo sostenibles. El futuro de la Amazonía está en manos de todos nosotros, pero depende principalmente de que abandonemos de inmediato el modelo actual que destruye el bosque, no trae bienestar y pone en peligro a este inmenso tesoro natural y a sus guardianes.
Iglesia que cuida la “casa común” en la Amazonía
a. La dimensión socio-ambiental de la evangelización
74. (Placet:162 – Non Placet: 7) A todos nos corresponde ser guardianes de la obra de Dios. Los protagonistas del cuidado, la protección y la defensa de los derechos de los pueblos y de los derechos de la naturaleza en esta región son las mismas comunidades amazónicas. Son ellos los agentes de su propio destino, de su propia misión. En este escenario, el papel de la Iglesia es el de aliada. Ellos han expresado claramente que quieren que la Iglesia los acompañe, que camine junto a ellos, y no que les imponga un modo de ser particular, un modo de desarrollo específico que poco tiene que ver con sus culturas, tradiciones y espiritualidades. Ellos saben cómo cuidar la Amazonía, cómo amarla y protegerla; lo que necesitan es que la Iglesia los apoye.
75. (Placet:165 – Non Placet: 4) La función de la Iglesia es fortalecer esa capacidad de apoyo y participación. Así promovemos una formación que tenga en cuenta la calidad de vida ética y espiritual de las personas desde una visión integral. La Iglesia debe atender de forma primordial a las comunidades afectadas por daños socio-ambientales. Continuando con la tradición eclesial Latinoamericana, en donde figuras como San José de Anchieta, Bartolomé de las Casas, los mártires paraguayos, muertos en Rio Grande do Sul (Brasil) Roque González, San Alfonso Rodríguez y San Juan del Castillo, entre otros, nos enseñaron que la defensa de los pueblos originarios de este continente está intrínsecamente ligada con la fe en Jesucristo y su buena nueva. Hoy en día debemos formar agentes pastorales y ministros ordenados con sensibilidad socioambiental. Queremos una Iglesia que navega río adentro y hace su andadura por la Amazonía, promoviendo un estilo de vida en armonía con el territorio, y a la vez con el ‘buen vivir’ de los que allí habitan.
76. (Placet:163 – Non Placet: 5) La Iglesia reconoce la sabiduría de los pueblos amazónicos sobre la biodiversidad, una sabiduría tradicional que es un proceso vivo y siempre en marcha. El robo de esos conocimientos es la biopiratería, una forma de violencia contra esas poblaciones. La Iglesia debe ayudar a preservar y mantener esos conocimientos y las innovaciones y prácticas de las poblaciones, respetando la soberanía de los países y sus leyes que reglamentan el acceso a los recursos genéticos y el conocimiento tradicional asociado. En la medida de lo posible ella debe ayudar a esas poblaciones a garantizar la repartición de los beneficios provenientes de la utilización de ese conocimiento, de las innovaciones y prácticas en un modelo de desarrollo sostenible e inclusivo.
77. (Placet:162 – Non Placet: 7) Se necesita de manera urgente el desarrollo de políticas energéticas que logren reducir drásticamente la emisión de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases relacionados con el cambio climático. Las nuevas energías limpias ayudarán a promover la salud. Todas las empresas deben establecer sistemas de monitoreo de la cadena de suministro para garantizar que la producción que compran, crean o venden, sea producida de una manera social y ambientalmente sostenible. Además, “el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos”. (LS 30). Tal derecho está reconocido por las Naciones Unidas (2010). Necesitamos trabajar conjuntamente para que el derecho fundamental, de acceso al agua limpia se respete en el territorio.
78. (Placet:168 – Non Placet: 4) La Iglesia opta por la defensa de la vida, de la tierra y de las culturas originarias amazónicas. Esto implicaría, el acompañar a los pueblos amazónicos en el registro, la sistematización y difusión de datos e informaciones sobre sus territorios y la situación jurídica de los mismos. Queremos priorizar la incidencia y el acompañamiento para lograr la demarcación de tierras, especialmente la de los PIACI (América hispanófona) o PIAV (América lusófona). Incentivamos a los Estados a que cumplan con sus obligaciones constitucionales sobre estos asuntos, incluyendo el derecho de acceso al agua.
79. (Placet:164 – Non Placet: 4) La Doctrina Social de la Iglesia, que desde hace tiempo ha tratado el tema ecológico, se ve hoy enriquecida con una mirada más de conjunto que abarca la relación entre los pueblos amazónicos y sus territorios, siempre en diálogo con sus conocimientos y sabidurías ancestrales. Por ejemplo, reconociendo la forma en que los pueblos indígenas se relacionan y protegen sus territorios, como una referencia indispensable para nuestra conversión hacia una ecología integral. En esta luz queremos crear ministerios para el cuidado de la “casa común” en la Amazonía, que tengan como función cuidar el territorio y las aguas junto con las comunidades indígenas, y un ministerio de acogida para aquellos que son desplazados de sus territorios hacia las urbes.
b. Iglesia pobre, con y para los pobres desde las periferias vulnerables
80. (Placet:165 – Non Placet: 2) Reafirmamos nuestro compromiso por defender la vida en su integralidad desde su concepción hasta su ocaso y la dignidad de todas las personas. La Iglesia ha estado y está al lado de las comunidades indígenas para salvaguadar el derecho a tener una vida propia y tranquila, respetando los valores de sus tradiciones, costumbres y culturas, la preservación de los ríos y bosques, que son espacios sagrados, fuente de vida y sabiduría. Apoyamos los esfuerzos de tantos que, de modo valiente, defienden la vida en todas sus formas y etapas. Nuestro servicio pastoral constituye un servicio a la plena vida de los pueblos indígenas que nos obliga a proclamar a Jesucristo y a la Buena Nueva del Reino de Dios, para frenar las situaciones de pecado, las estructuras de la muerte, la violencia y las injusticias internas y externas y promover el diálogo intercultural, interreligioso y ecuménico.
Nuevos caminos para la promoción ecológica integral
a. Interpelación profética y mensaje de esperanza a toda la Iglesia y todo el mundo
81. (Placet:160 – Non Placet: 9) La defensa de la vida de la Amazonía y de sus pueblos requiere de una profunda conversión personal, social y estructural. La Iglesia está incluida en esta llamada a desaprender, aprender y reaprender, para superar así cualquier tendencia hacia modelos colonizadores que han causado daño en el pasado. En ese sentido es importante que seamos conscientes de la fuerza del neo-colonialismo que está presente en nuestras decisiones cotidianas y el modelo de desarrollo predominante que se expresa en el modelo creciente de agricultura de monocultivo, nuestros modos de transporte y el imaginario de bienestar desde el consumo que vivimos en la sociedad y que tiene implicaciones directas e indirectas en la Amazonía. Ante ello, un horizonte global, aún escuchando las voces de iglesias hermanas, queremos abrazar una espiritualidad de la ecología integral, a fin de promover el cuidado de la creación. Para alcanzarlo debemos ser una comunidad de discípulos misioneros mucho más participativa e incluyente.
82. (Placet:150 – Non Placet: 13) Proponemos definir el pecado ecológico como una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el ambiente. Es un pecado contra las futuras generaciones y se manifiesta en actos y hábitos de contaminación y destrucción de la armonía del ambiente, transgresiones contra los principios de interdependencia y la ruptura de las redes de solidaridad entre las criaturas (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 340-344) y contra la virtud de la justicia. También proponemos crear ministerios especiales para el cuidado de la “casa común” y la promoción de la ecología integral a nivel parroquial y en cada jurisdicción eclesiástica, que tengan como funciones, entre otras, el cuidado del territorio y de las aguas, así como la promoción de la encíclica Laudato si’. Asumir el programa pastoral, educativo y de incidencia de la Encíclica Laudato si’ en sus capítulos V y VI en todos los niveles y estructuras de la Iglesia.
83. (Placet:162 – Non Placet: 13) Como manera de reparar la deuda ecológica que tienen los países con la Amazonía, proponemos la creación de un fondo mundial para cubrir parte de los presupuestos de las comunidades presentes en la Amazonía que promueven su desarollo integral y autosostenible y así también protegerlas del ansia depredadora de querer extraer sus recursos naturales por parte de las empresas nacionales y multinacionales.
84. (Placet:163 – Non Placet: 7) Adoptar hábitos responsables que respeten y valoren a los pueblos del Amazonas, sus tradiciones y sabiduría, protegiendo la tierra y cambiando nuestra cultura de consumo excesivo, la producción de residuos sólidos, estimulando el reuso y el reciclaje. Debemos reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles y el uso de plásticos, cambiando nuestros hábitos alimenticios (exceso de consumo de carne y peces/mariscos) con estilos de vida más sobrios. Comprometerse activamente en la siembra de árboles buscando alternativas sostenibles en agricultura, energía y movilidad que respeten los derechos de la naturaleza y el pueblo. Promover la educación en ecología integral en todos los niveles, promover nuevos modelos económicos e iniciativas que promuevan una calidad de vida sostenible.
b. Observatorio Socio Pastoral Amazónico
85. (Placet:157 – Non Placet: 11) Crear un observatorio socioambiental pastoral, fortaleciendo la lucha en la defensa de la vida. Realizar un diagnóstico del territorio y de sus conflictos socioambientales en cada Iglesia local y regional, para poder asumir una posición, tomar decisiones y defender los derechos de los más vulnerables. El Observatorio trabajaría en alianza con el CELAM, la CLAR, Caritas, la REPAM, los Episcopados nacionales, las Iglesias locales, las Universidades Católicas, la CIDH, otros actores no eclesiales en el continente y los representantes de los pueblos indígenas. Igualmente pedimos que en el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, se cree una oficina amazónica que este en relación con este Observatorio y las demás instituciones locales amazónicas.